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El Reloj de Sol

Dentro de los muchos intentos que se hicieron para tomarle la medida al tiermpo, en un momento indeterminado de la historia surgió el reloj de sol, un extraordinario ingenio humano que sorprende por su genialidad y por su simplicidad a la vez.

Cuando el hombre se convierte en sedentario, planta, por azar, un palo vertical delante de su habitáculo. Al observar el palo, notó que al pasar el tiempo dentro del día la sombra que proyectaba se estiraba y se acortaba durante éste. Comprobó que este fenómeno coincidía en épocas de frío y épocas de calor. Esta observación, guiado por el sol, lo convirtió en un experto campesino.



Le dio vueltas al asunto de la sombra hasta que surgió el primer reloj de sol.




Más tarde, de ese "palo derecho" que plantara se hicieron monumentos impresionantes lo cual demuestra que más de uno se plantó.

El reloj de sol más antiguo conocido fue hallado en Egipto y data de la época de Tutmosis III, unos 1.500 años antes de nuestra era. Se trataba de dos listones de piedra, uno que hacía de aguja y otro donde estaban marcadas las horas.

Después de este ejemplar, hemos de avanzar hasta el 750 a.C. para tener referencias de otro reloj de sol, éste en una cita bíblica donde se nos cuenta como Jahvé hizo retroceder diez grados la sombra del cuadrante.

Por otra parte, se atribuye a un tal Beroso, babilonio, el diseño de un reloj de sol cóncavo, hacia el siglo IV a.C.

Con los griegos, los relojes de sol son estudiados a conciencia y, por primera vez, el gnomon("palo derecho") deja de instalarse de forma vertical y pasa ocupar la posición correcta, paralela al eje terrestre. El reloj griego se le llama "scaphe" (bol) y consistía en un bloque en el cual se vaciaba una cavidad en forma hemisférica, en cuyo extremo se fijaba la barrita que servía de aguja.

Poner el gnomon paralelo a la dirección del eje terrestre permitió que los relojes señalaran todo el año las horas de una duración constante, convirtiéndolos en instrumentos de medida, realmente. En los anteriores relojes la aguja vertical hacía que las horas de verano fueran diferentes a las de invierno. Hay también que mencionar que los scaphe fueron también los primeros relojes de sol que midieron la hora según la dirección de la sombra y no, como hasta entonces, por su longitud.

Los romanos copiaron el scaphe griego, al que llamó hemispherium.

Los árabes perfeccionaron la técnica de los cuadrantes e introdujeron diversas mejoras en la astronomía y las matemáticas y perfeccionaron el astrolabio. También pusieron a punto el gnomon agujereado, modalidad que consiste en poner una plaqueta al extremo del estilo con un diminuto agujero, lo que hace que el punto donde marca esté mucho mejor delimitado que el perfil a veces confuso de la sombra de la aguja.

Una vez superada la primera etapa, con la Ilustración se populariza la técnica y surge el oficio de cuadrantero. Se empiezan a construir relojes de sol de todo tipo y con todos los materiales posibles. De los talleres de estos artesanos salieron verdaderas piezas de lujo, relojes portátiles de oro o plata de tan bella factura que se convirtieron casi en objetos de puro placer estético antes que en instrumentos de uso práctico.

Hacia mediados del siglo XVI surgen los primeros relojes mecánicos, casi como un divertimento de cerrajero que, desde un buen principio, ya sólo se adelantaban... una hora diaria. Es a lo largo del XVII cuando se van perfeccionando estos ingenios y, poco a poco, van consiguiendo un funcionamiento más preciso.

No obstante, el reloj de sol se mantuvo en el lugar de honor por dos razones: la primera, por el alto precio de los nuevos aparatos y, la segunda, porque estos nuevos competidores no acababan de ir del todo bien. Todo aquel que se había comprado un reloj mecánico procuraba tener otro de sol en alguna pared de su casa, para poder ir poniendo el primero en hora.

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